Por: Alejandro Santos
El verdadero valor de la hazaña de Marileidy Paulino no tiene ninguna relación con los bienes materiales que ahora le puedan ofrecer o donar. El inconmensurable valor reside en su ejemplo para la juventud dominicana y del mundo. Tampoco tiene precio monetario su carrera; no se puede comparar con los contratos millonarios de los peloteros profesionales. Ella trasciende las veleidades faranduleras momentáneas. Su justo y verdadero valor está en su consagración y en el recorrido que tuvo que atravesar hasta alcanzar la medalla de oro en los 400 metros de los Juegos Olímpicos de Francia 2024.
Todos sabemos que Marileidy Paulino proviene del seno de una familia de recursos limitados. Ella ha tenido que sobreponerse a las adversidades que implica ser un deportista en un país que no apoya a los jóvenes con talento para que se desarrollen. Paulino, con su propio esfuerzo, se erige como la artífice de sus propios éxitos.
Entrenar alrededor de 7 horas en dos tandas al día no puede ser obra de la improvisación ni de la casualidad. El lugar que Paulino ha conquistado, al convertirse en la atleta campeona de todas las competencias de 400 metros en dos años, es un testimonio de su dedicación.
Para Marileidy, ganar esta medalla de oro ha sido el resultado de un largo camino recorrido. Paulino se llenó de determinación y coraje, logrando superar todos los obstáculos que le imponían trabas en la preparación de su carrera. Así, hoy todos la reconocemos como un ejemplo de perseverancia y superación para la sociedad dominicana y el mundo.
Podría parecer, para algunos ilusos, algo muy simple y fácil correr 400 metros. Correrlos lentamente podría ser sencillo, pero pasar por los entrenamientos para hacerlo en un tiempo de 48.17 requiere dedicarse en cuerpo y alma, dando todo en cada paso y agotando hasta la última gota de energía en cada carrera.
Ahora, la celebración nos une a todos los dominicanos. Sentimos la euforia de los sentimientos patrióticos elevándose tan alto como nuestra bandera.
Debe quedar un mensaje claro para los gobiernos y la sociedad dominicana: dediquemos más atención y más recursos para apoyar a los jóvenes en el desarrollo de sus talentos y habilidades. Apoyemos y acompañemos el proceso y la carrera. No es suficiente salir al final en una caravana de jubilosos; eso no otorga méritos. Cuando la indiferencia y el abandono han sido la norma, queda la autocrítica, tenemos tiempo para que recordemos que nuestros atletas están ahí entrenando; nuestro jóvenes deportistas,al igual que Marileidy Paulino, no existen solo cuando traen medallas al país.
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